Cristo, san Pedro y san Pablo, y muchos otros, dieron su vida porque
creían en el amor, en la locura de tu amor que te llevó al extremo de
morir en la cruz. Dame la gracia de comprender, en esta oración, que
debo buscar vivir, transmitir y ser testigo de ese amor.
Reflexión
Cristo pregunta a sus apóstoles: ¿quién dice la gente que soy
yo? Pone esta pregunta sólo después de haber llevado a término su misión
de enseñar lo que el Padre le ha dicho. Podría decirse que el caso ya
está expuesto y ahora llega el momento de pronunciar el juicio. Sin
embargo, la gente que ha visto y oído todas las pruebas necesarias para
reconocerlo como Mesías, no termina por comprender sus signos. Es como
si un velo cubriera sus ojos y les impidiese dar una respuesta segura y
convincente: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo."
Para
Pedro, al igual que para Pablo tiempo después, Cristo fue un auténtico
enigma difícil de descifrar. Por ejemplo, ¿qué pensaría Pedro al ver a
su maestro caminando sobre las aguas? O ¿cuáles sentimientos fluirían es
su corazón cuando escucha de Cristo "sobre ti
edificaré mi Iglesia" y más tarde le dice "apártate de mí Satanás."
Este
misterio sobre Cristo lo comprenderíamos mejor con los ojos de la fe
que nos da el Padre. Mientras la fe no sea le oxígeno de nuestra vida,
no seremos capaces de reconocer a Cristo como el Mesías. Por esto Cristo
le dice a Pedro "dichoso Tú, Pedro, porque esto no te lo ha revelado
ningún hombre sino mi Padre que está en el cielo."
El don de la
fe se lo dona el Padre a Pedro no por mérito de Pedro ni por sus
cualidades personales -era pescador- sino por su propia bondad Dios. Es
el don más precioso, el de reconocer a Dios como Mesías, como la
auténtica luz que guiará nuestros pasos hacia la felicidad eterna. Y
gracias a la fe Pedro y Pablo encontraron la fuerza para llevar a
término su misión en la tierra.
CLICK AQUI PARA VER PREDICA DE FERNANDO
Propósito
Haré una oración especial por el Papa Francisco, pidiendo a Dios lo ilumine y lo fortalezca en su misión. (fuente catholic.net)
"No perjurarás", el Señor no necesita nuestros juramentos para saber que vamos a cumplir. Él prefiere que nos esforcemos hasta lograr nuestro propósito, no importando las veces que caigamos. Él conoce mejor que nosotros mismos nuestro corazón, sabe que somos débiles, sabe que caeremos, pero también sabe que nos volveremos a levantar si lo que hacemos lo estamos haciendo por Él.
También Él nos invita a confiarnos plenamente a su amor. No podemos cambiar nada de nuestro cuerpo, pero Él todo lo puede; en él todo dolor físico cambia, cobra todo su valor, ya no sufriremos sin sentido, ahora podemos unir nuestro sufrimiento al de Cristo en la cruz. ¿Por qué Dios no nos quita el sufrimiento? Tal vez porque nos ama tanto que quiere asociarnos más a su propio sufrimiento. Nosotros sufriendo tan pequeñitas cosas, en comparación con lo que Él sufrió por nosotros, le ayudamos a salvar a tantos hombres que no lo conocen o se han alejado de Él. (fuente: catholic. net)
CLICK AQUI PARA VER PREDICA DE FERNANDO
No reconocerán su poder, ni su autoridad, pero lo más grave es que tampoco verán su amor y su bondad. La razón la profetiza el mismo Jesús: Vosotros no queréis venir a mí para tener vida. (...) Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae (Jn 5, 40.44). A los hombres nos cuesta reconocer el derecho que Dios tiene a ser el dueño de nuestras vidas y a meterse en nuestros asuntos. Como sucedía con los escribas, celosos de su propia autoridad, no permitimos a Jesús entrar en ciertas parcelas de nuestra vida, sin darnos cuenta que con esta actitud impedimos al Señor su acción. Porque Él se adapta a nuestra libertad, y sólo puede hacernos más felices si renovamos nuestra fe, si acudimos a la oración humilde del que se siente necesitado, y si confiamos en que su gracia y poder divinos unidos a nuestras pobres fuerzas pueden lograr lo que deseamos de corazón. (fuente: catholic.net)
¿Que pasa que somos menos? ¿Hay muchos problemas? ¿Perdemos la fe?... ¡¡¡Si Dios y María nos quieren a como de lugar!!! |